En ocasión de la Semana Santa (católica, para la ortodoxa aún falta) hemos recibido la visita -loor y
prez- de Doña
Crisitina Sánchez, catedrática de Latín y su esposo el Ilustrísimo Señor Don Francisco
Giménez Gracia, entre otras cosas
innombrables, reputado escritor y
columnista. Han sido días intensos puesto que el profundo amor de Cristina por el mundo clásico y el no menor de Paco -
permítaseme la confianza y el tuteo- por la VIDA -en general y con mayúsculas- nos empujaban a multitud de visitas y sobremesas.
No soy capaz de expresar la felicidad que nos ha proporcionado la inteligente conversación de ambos.
Les hemos ofrecido la
tourneé habitual de Acrópolis, Museo Nacional,
Plaka y
saganaki en el
Pireo y como ampliación de servicios al disponer ahora de coche -y tiempo- excursión a
Micenas
y
Nafplio 
con parada en el istmo de Corinto.

El día 25 -Fiesta Nacional, Alzamiento contra los turcos en 1821- fuimos a Filé, que es ya un clásico de nuestro recorrido y además de disfrutar de un paisaje espectacular la comida fue un espectáculo:
MUGRIENTO Y COCHAMBROSO.
Que así, sin matices, era el sitio donde comimos.
Maricarmen estaba al borde de un ataque - o quizá de lleno en él-, Cristina alucinada y Paco y un servidor desopilados de la risa.
El "convoy" de la sal, pimienta y palillos (Señor, qué miedo daría meterse uno en la boca) quedó inmortalizado al instante.

El patrón arrastraba la sabiduría que da la tradición más popular... y toda la MUGRE a la que un cuerpo puede dar forma y sostén. Hablaba un griego quizá antiguo o quizá sólo gangoso y sin vocalizar, del que yo, que ya voy entendiendo bastante bien a los humanos, no pillé ni una. No era capaz de decir lo que había y sólo a base de mencionarle platos y el hombre asentir o negar fuimos capaces de ordenar la comanda. Eso sí, la comida estuvo bien -de sabor y cantidad- y sólo
un poco sucia. Como de todo ser se puede aprender, observamos que avivaba el fuego para hacer brasas con un secador de pelo -tomad nota
barbacoeros del mundo,
Grecia está a la cabeza de la innovación tecnológica-.
Apenas repuestos del encontronazo con el
agro profundo -a 20km. de
Atenas-,vimos en la mesa del al lado un grupo de la tercera edad -del
cámbrico o así- que se atiborraba con los tupes traídos de casa, no sé si por tacañería, higiene o confianza pueblerina.
Nos lanzaron una frase sobre que "el bacalao se ha cogido el coche" que hemos interpretado -no sin dificultad- como una disculpa por romper la dieta de cuaresma -aquí es algo serio, en el
McDonalds ponen hamburguesas de gambas para los muy creyentes-y siguieron a lo suyo.
Al acabar de comer -más o menos- sacaron una guitarra y un par de
baglamás y se arrancaron a cantar y bailar.
Nos preguntaron si nos molestaba -ni mucho menos- y al oír nuestros aplausos nos
obsquiaron con un plato de
halvás. Luego llegó la cuenta aquí inmortalizada.

Inolvidable.