Es una de las típicas recriminaciones que las mujeres casadas hacen a sus maridos. Yo tenía un historial impecable hasta el miércoles. Nunca mais.
El C.F. Getafe vino a jugar a Atenas. Con el A.E.K, duelo de terceros equipos. El martes el presidente Ángel Torres y los directivos (supongo que lo eran) fueron recibidos en la residencia del embajador. Nosotros habíamos pedido estar en calidad de únicos getafeños de la colonia. Lo divertido fue cuando, anfitrión impecable, el Sr. Embajador hizo intento de presentarnos y D. Ángel Torres dijo: "No hace falta, nos conocemos hace años..." Creo que no se lo esperaba, la verdad. El cóctel estuvo bien, aún no ajustamos cuando el papeo da para cenar y cuando sólo para tener las manos ocupadas, pero bien.
Al día siguiente, al fútbol.
Día de huelga general, la segunda desde septiembre. Ni metro, ni autobús, frío y humedad excesivos para ir en moto, coche aún en aduana (Ay! Esto me suena-y mal-.) Afortunadamente los militares siempre están cuando los necesitas y el personal de la Armada, acudió al rescate movido por su sentido del deber y el honor y, seamos sinceros, por su afición al fútbol. Eso sí, a la zona V.I.P. sólo fue el Sr.Embajador -conste que no me quejo, es que quería probar los canapés-.
Hacía un frío horroroso, cuatro días después nevaba a cascoporro, y los hinchas griegos, incluso en zona de invitados, dan miedo. Está claro que alguna gente tiene una vida muy frustrante, o les pasa algo que yo no entiendo, porque se desahogan de un modo terrible en las figuras del árbitro y los contrarios.
Me sentía un poco como el doctor Spock viendo las pasiones de los terrícolas desde su frialdad vulcaniana. Los dos representantes de la oficina comercial, los dos militares y un seguro servidor procurábamos no llamar la atención, cuando una inquietud se abrió paso en mi cerebro. Algo horrible estaba pasando, el orden del cosmos se resquebrajaba, los pilares de la tierra temblaban y un vahído de angustia me atenazaba. Estaba en el único sitio y momento del cosmos en el que los griegos no toman café. Aturdido, confuso, escudriñé la grada buscando consuelo, buscando un frappé, un elinikó, un expresso o un capuccino. Algo que diera sentido a aquella aterradora revelación. Nada.
¿El partido? Bien… creo. Se ve que empataron y eso es bueno... me dicen.
El C.F. Getafe vino a jugar a Atenas. Con el A.E.K, duelo de terceros equipos. El martes el presidente Ángel Torres y los directivos (supongo que lo eran) fueron recibidos en la residencia del embajador. Nosotros habíamos pedido estar en calidad de únicos getafeños de la colonia. Lo divertido fue cuando, anfitrión impecable, el Sr. Embajador hizo intento de presentarnos y D. Ángel Torres dijo: "No hace falta, nos conocemos hace años..." Creo que no se lo esperaba, la verdad. El cóctel estuvo bien, aún no ajustamos cuando el papeo da para cenar y cuando sólo para tener las manos ocupadas, pero bien.
Al día siguiente, al fútbol.
Día de huelga general, la segunda desde septiembre. Ni metro, ni autobús, frío y humedad excesivos para ir en moto, coche aún en aduana (Ay! Esto me suena-y mal-.) Afortunadamente los militares siempre están cuando los necesitas y el personal de la Armada, acudió al rescate movido por su sentido del deber y el honor y, seamos sinceros, por su afición al fútbol. Eso sí, a la zona V.I.P. sólo fue el Sr.Embajador -conste que no me quejo, es que quería probar los canapés-.
Hacía un frío horroroso, cuatro días después nevaba a cascoporro, y los hinchas griegos, incluso en zona de invitados, dan miedo. Está claro que alguna gente tiene una vida muy frustrante, o les pasa algo que yo no entiendo, porque se desahogan de un modo terrible en las figuras del árbitro y los contrarios.
Me sentía un poco como el doctor Spock viendo las pasiones de los terrícolas desde su frialdad vulcaniana. Los dos representantes de la oficina comercial, los dos militares y un seguro servidor procurábamos no llamar la atención, cuando una inquietud se abrió paso en mi cerebro. Algo horrible estaba pasando, el orden del cosmos se resquebrajaba, los pilares de la tierra temblaban y un vahído de angustia me atenazaba. Estaba en el único sitio y momento del cosmos en el que los griegos no toman café. Aturdido, confuso, escudriñé la grada buscando consuelo, buscando un frappé, un elinikó, un expresso o un capuccino. Algo que diera sentido a aquella aterradora revelación. Nada.
¿El partido? Bien… creo. Se ve que empataron y eso es bueno... me dicen.
2 comentarios:
Coñes,primo! ¿Tú en el Futbol? No me lo puedo "de" creer!!!!!!!! Jaté! ;-)
Coñe, primo! ¿Tú en el Futbol?
No me lo puedo "de" creer!!!!!
Jaté!
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