Esta serie de "
posts"sobre lugares de naumaquias se cierra, por ahora, con el recuerdo de la batalla de
Accio. Aquí
Cayo Julio Octaviano -aún no era Augusto- y aún más su lugarteniente, amigo y futuro yerno Marco
Vipsanio Agripa dieron fin a las pretensiones de Marco Antonio y
Cleoptatra VII Filopátor de adueñarse del imperio de Roma.
Hemos visitado la
Acarnania. De poco más al norte de aquí salió Pirro, Rey del
Epiro, y debo decir que ha sido un viaje grato y nada pírrico -ha sido un chiste
facilón, pero no he podido
resistirme, será el calor-.
De entrada el camino más lógico para ir a
Préveza es tomar la infame
no-autopista-aún,-pero-sí-peaje de
Patras ya citada en un post anterior. Luego, se ha de cruzar el puente de
Rion-
Antirion y a través de
Mesolongi -más luego- y
Agrinio llegar al atasco del que vive
Amfilochía. Ahí, uno debe considerar si tomar a la izquierda y al llegar a
Aktio usar el túnel submarino hasta
Préveza o, tomando hacia la derecha, dar la vuelta a
todito el Golfo
Ambrácico para ahorrase los tres euros de peaje del túnel. El túnel es de hecho más barato que los kilómetros con la
gasofa a 1,22€ el litro...
¿Los conductores griegos? bien, gracias... Observad el adelantamiento -un instante después llegaron a estar de a tres en fondo, y esto lo vimos más de una vez-.
Un
microbus rumano se marcó, justo delante de nosotros, el adelantamiento más salvaje que he visto en mi vida... y yo no me asusto fácilmente, como decía
Kevin Schwantz, "al fondo de la curva se veía a Dios sentado..."
No teníamos hotel para la noche de viernes a sábado en
Préveza, de modo que pillamos uno en
Mesolongi, famosa porque allí murió Lord
Byron peleando para sacar a
Grecia del yugo otomano. Lo que no sabía yo, es que esta zona, junto con Tesalónica, fue la última en ser liberada de toda
Grecia. Concretamente el
Pachá de
Ioánnina -capital del oeste de
Grecia entonces- aguantó hasta... 1912. Es decir, que
Mesolongi lleva menos de cien años siendo parte del nuevo estado griego.
Por lo demás
Mesolongi está en una zona de marismas llenas de aves protegidas y de mosquitos de los que protegerse. Hacía un calor exagerado y una humedad canalla, pegajosa y desaseada. Dormimos en el hotel "
Liberty", situado en la misma manzana en la que están el supermercado "
Liberty", el marmolista "
Liberty", la tienda de muebles "
Liberty", la cafetería "
Liberty" y como no terminé de dar la vuelta a la manzana no sé qué más "
Liberty". Si ampliáis la foto siguiente
veréis lo que digo.
Por la mañana partimos para
Préveza, pasamos por el susodicho túnel y tras dejar las cosas en el hotel fuimos a la busca de la boca de los infiernos en la confluencia de los ríos
Aqueronte y
Cócito -espero que a los del gremio clásico que leáis esto os recorra la espalda un cierto escalofrío-. Llegamos, así pues a la entrada del
Necromanteion.
La cosa ha cambiado bastante desde la antigüedad. Dejando a un lado que se construyera una iglesia sobre el santuario de la religión anterior -es lo habitual en todas partes del mundo-, el lago
Aqueronte fue desecado para crear una vega extraordinariamente fértil.
Creo que el cauce entre árboles de la foto es el del
Aqueronte actual, pero no estoy seguro. El
Necromanteion en sí es un resto arqueológico interesante con una sala subterránea donde los
peregrinos tenían la experiencia religiosa de asomarse a la muerte. Es una construcción helenística que imita el aparejo poligonal micénico, vamos, una falsificación antigua.
Dicen que para lograr la experiencia se usaban drogas y tramoya escénica. Es posible que sus medios para lograr la catarsis no fueran más complejos que los actuales... Yo en una discoteca veo drogas y luces y a muchos muertos en vida...
A la tarde, siesta defensiva y
bañito en la piscina del hotel.
Por la noche,
paseíto por
Préveza. Magnífico espectáculo humano en el paseo marítimo de la localidad: "
Pepitos Piscinas" varios, turistas con cara y pintas de tales, adolescentes exhibicionistas, niños malcriados, señoras estupendas que fueron y maridos que no tuvieron (tuvimos) tanta barriga en
algún tiempo compitiendo por los asientos libres de la cafeterías y restaurantes. Estimulante. Nosotros tras cenar regular en una "
psarotaverna" -
pescaíto- nos apalancamos en una heladería -en primera fila- y disfrutamos, sumándonos, del paisanaje.
Al día siguiente visitamos tan pronto como se pudo -26 húmedos grados a las 8:00- las ruinas de la antigua
Nicópolis.
La ciudad de la victoria de Augusto - de la victoria de
Accio, claro-. Enorme conjunto arqueológico en un estado regular. Los búlgaros arrasaron la ciudad en el siglo
XI. De todas formas la mayoría de lo que queda es del siglo VI , cuando fue
refortificada por los bizantinos. De época romana hay un
odeón en buen estado, un teatro y circo muy deteriorados y unos pocos restos del monumento erigido en el lugar desde donde Augusto dirigió las operaciones de la batalla.
Luego a comer a
Lefkada, una de las dos islas grandes a las que se puede llegar a través de un puente, en
Eubea estuvimos en enero.
Aquí el puente es un propiamente un pontón, otro trasto más que paso de lo leído a lo vivido.
El pueblo-capital es extremadamente turístico, pero hacía un calor inenarrable que nos hizo refugiarnos en las cafeterías- ¿Dónde, si no, en
Grecia?
Atención a la mirada de la abuela, más que
escrutarnos nos hizo un
TAC. Estuve por preguntarle por mis niveles de colesterol...
Tras comer, repetimos con agrado, el plan de la tarde-noche anterior mejorando bastante la cena, bastó con no cenar en primera línea de paseo marítimo, un clásico truco mediterráneo.
En el camino de vuelta pasamos por varios lugares arqueológicos cerrados -era lunes-,
incluido Calidón -supongo que el del jabalí de las pruebas de Hércules, pero no he
podido confirmarlo aún- el yacimiento estaba quemado por un incendio forestal de los muchos que por aquí suceden.
Compramos fruta en los puestos de la carretera y al llegar a
Antirion esta vez tomamos por
Lepanto y
Delfos. Son 70 km más que por
Patras pero la carretera es más segura y el paisaje mucho mejor. Comimos en
Arachova, un pueblo con Estación de esquí a 15 kilómetros del mar -el término "empinado" lo describe pero no lo abarca...-.
Poco, relativamente, después
estábamos en casa.