Pasar tantas cosas de aprendidas a vividas, del conocimiento a la experiencia. Cien libros, cien reportajes y mil fotos después, he estado ahí, en la foto: no delante, ni detrás de ella. Por fin he conocido en persona a ese viejo amigo de los libros, siempre joven: el Auriga.Hay sitios que tienen una trascendencia en sí. Cuando uno ve el paisaje de Delfos sabe que alguna vez fue sagrado. El mar de olivos de los textos sigue ahí, mucho más vivo que los que lo vieron hace ya dos mil quinientos años.No voy a contar nada aquí de las ruinas, ni del Museo.
Todos los que leáis esto y améis el mundo clásico o simplemente la cultura, deberíais pasar por Delfos en primavera.
Siempre será sagrado.
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