Empiezo a escribir esto desde la habitación de nuestro hotel, en donde también se alojaron "Nuestra Pe" y Nicholas -cara muro- Cage (hay que ver lo que hace el botox...). El caso es que estamos en Κεφαλλονιά (Kefaloniá o Cefalonia -hay variedad de transcripciones para el nombre de la isla-) La historia del sitio es increíble. Os sugiero que leáis la entrada de la Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Cefalonia, mucho mejor en inglés, con más detalles sobre la época moderna y la segunda guerra mundial y la terrible historia de los italianos fusilados por los alemanes en los últimos días de la guerra http://en.wikipedia.org/wiki/Kefalonia. La "wiki"no es la fuente más fiable del universo pero este artículo es conciso y adecuado). Como adelanta el titular y encabezamiento, aquí se rodó y se sitúa la trama de “La mandolina del Capitán Corelli”.
La primavera en las islas griegas es apabullante, un estallido de vida y color. Hace calor y el viento sur nos trae arena desde Libia, un velo pardo cubre el cielo. Los turistas empiezan -empezamos- a aparecer tímidamente y las calles y comercios cobran ritmo de cara al verano.
Se intuye, pese a todo, que fuera de temporada Kefaloniá es apenas un paraje rural no muy distinto de mi querida Torrevelilla (Teruel). La isla está bajo la protección de San Gerásimo, santo patrón de los Locos, (o Ciudadanos Usuarios de los Servicios de Asistencia Social, Área de Salud Mental; en los tiempos que corren hay que esmerarse para no ser un retrógrado… ). De esto del patrón, los de Kefaloniá –después de un rato buscando el gentilicio he optado por la perífrasis- presumen mucho. También dicen que cuando Dios acabó de construir el mundo las piedras que le sobraron las dejó en la isla amontonadas. No me extraña, la verdad.
La visita –continúo el relato tras la vuelta a Atenas- ha sido muy grata. Alquilamos un coche y recorrimos la isla de cabo a rabo. No tiene mucho mérito, en línea recta son apenas 50 kilómetros. Lo que pasa es que NO HAY NI UN SOLO KILÓMETRO RECTO EN TODA LA ISLA. Sacacorchos, muelle de boli y cosas así se me vienen a la mente. Además soplaba un viento demoníaco, que parecía que se iba a llevar el cochecito volando. Pese a todo, como digo, un viaje estupendo. La ida y vuelta a Atenas fue en avión de hélice de Olympic, algo cochambroso pero sin mucho susto. Como podéis suponer buscamos buenos restaurantes locales y la verdad es que el primer día hicimos nuestra mejor comida desde que estamos en Grecia, y eso es mucho decir, los que habéis venido a vernos lo sabéis. Los demás días nos topamos con que todo lo muy turístico estaba cerrado en preparación para la temporada de vacaciones y hubo que acoplarse a la realidad cotidiana de la isla. Eso sí, el hotel era estupendo y a estas alturas del año hasta razonable de precio. Os pongo una foto de Fiscardo, en el extremo norte de la isla y que fue casi el único pueblo no arrasado por el terremoto de 1953.¡Ah! Lo del schnitzel es porque últimamente me he dado cuenta de que ya no comemos “filetes empanados” sino “schnitzel”. La cosa empezó este verano en Alemania- lógico-, pero aquí también los llaman así, y el otro día se me escapó hablando en español. Me temo que nos estamos volviendo unos señoritingos y que la vuelta a la tiza nuestra de cada día va a ser de aúpa. Hemos cambiado de asistenta – no le venía bien a ella nuestro horario- y la nueva es filipina. Ahora entiendo porque el cuerpo diplomático atesora a sus asistentas filipinas. Trabaja de una manera increíble, me flipa ver como una señora de 1,50 deja todo reluciente en un periquete y ¡Cómo plancha! Coloca todo de una manera tan pulcra y ordenada que me hace sentirme culpable de ser un desastre…
martes, 15 de abril de 2008
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4 comentarios:
Que bonito, que bien os lo pasais!!!!! ;-)
Debo aclarar querido primo que el viernes por la mañana Maricarmen estuvo trabajando allí en una actividad de promoción de cursos de universidades extranjeras. YO SÍ me lo pasé bien al 100%. Son las ventajas del asesor consorte...
Que bonitas esas islas... A ver cuando volvemos juntos... CARLOS desde DC.
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